jueves, 18 de septiembre de 2008

viernes, 12 de septiembre de 2008

Un manifiesto más del montón

Mi nombre es... no importa. El sistema nos pasó su cancer, nos pudrió, nos cagó. Es eso. Estamos cagados por más trillado que suene. Desde que nacemos, comenzamos a padecer una serie intolerable de dolores interminables, hasta la muerte.
La vida no es sufrimiento, gritan los voceros optimistas, y ofrecen para palear ese desgarro un espectro de morfinas de todo tipo, que atontan, evaden, o pudren los espíritus buscando aliviar. En consecuencia, almas embobadas danzan alegre y torpemente en los salones etereos, en las calles de la civilización podrida, donde sea, mientras son absorvidas y apagadas. Otras, las evasoras, se van llevando todo lo que pueden a sus fantasías, aunque deben hacer pie de éste lado, y eso los termina destruyendo; el cancer repta por su pierna hasta alcanzarlo. En último lugar vienen las que consumen la peor de todas: la "verdad". Zombies arrastrándose por los escenarios mal pintados y absurdos sin notarlo, sintiendo real esta puesta bizarra y siniestra, mientras los escenógrafos ríen en los palcos, ríen con la boca llena, glotones, las manos enchastradas de la abundancia y la sangre de los que caen. Y no ven que el teatro se resiente, se derrumba de a poco, y cada vez más rápido.

Rechazo estas morfinas y las repudio. Detesto a los hombres que apelan a ellas, pero en el fondo los comprendo. No soy un iluminado por esto. Soy un enfermo más. Apoyo la lucha, el arte de dar pelea, aún con todas las de perder, con una victoria histérica y no correspondida. Si hemos de morir, que sea en el contexto de la lucha y no de la resignación pasiva.
Se que hay una cura, pero no es posible pelear cuando el dolor ciega y paraliza; se lo que el arte podría ser, y aun descreyendo de que es posible lograrlo peleo por ello. Pero hoy no, hoy no es eso; hoy tiene cancer, como todos. Hoy ha de ser una morfina más, algo que haga menos dolorosa nuestra lucha, pero sin atontar, sin evadir, y sin el vacío de la fe redentora. Algo que nos de conciencia plena, que nos muestre como revienta nuestra carne ante cada estocada, y que no nos adormezca... tan solo que nos ayude a sobrellevarlo y seguir, que duela un poco menos.
El arte no puede ser un camino, ni un remedio ni una solución por sí sola. El arte solo puede significar una herramienta, una bálsamo indispensable en nuestra senda de lucha, en nuestro paso por la existencia y recordarnos nuestra capacidad, nuestro potencial, nuestro poder de intervención en la realidad material.