martes, 22 de julio de 2008

Disposición de las coordenadas del agroquimio con respecto a la insurrección de nuevas zonas de cultivo

- Tengo entendido que no es normal. - Dice como preguntando. - No sé. ¿Importa? - le pregunta como respondiendo. - Cierto; no. Gracias.
Se examinan las heridas mutuamente pero sin urgencia; no son graves, y están a salvo de momento. En medio de los campos de cáncer, un claro no infectado, ni con la puta hierba ni con aquella morfina misericordiosa. Hay pasto verde donde parecía no haberlo, con forma de cama, con forma de sillón, o sin forma; verde. A veces crecen frutillas, pero no como la de los Beatles, sino menos empalagosas, dulces en la justa medida. Crecen con y como los besos: redondas, graciosas, blandas (acaso tiernas), pulposas y ciertamente adictivas.
Suavidad; se puede andar con los pies desnudos, no hay riesgos; acá no. Las gotas de sangre de las heridas pasadas a lo sumo cortan con algo de acidez necesaria, y vuelven más interesante la textura.
Se creía extinta, pero germina paz genuina. Alguien la riega con lágrimas alegres, se vuelve más blanca, mas espesa. Sus espinas tan solo hacen cosquillas. Recubre un abismo de diez inviernos que parecía infranqueable. Nieve tibia.
Afuera hay lobos, hay cancer, hay mierda y sangre pútrida. Afuera demanda coraza. Afuera llueven punzones oxidados.
Pero afuera.

1 comentario:

Jimena Gale dijo...

sin palabras (eso es demasiado) y muchas sensaciones.