
Afuera. La jefa de la jauría captura una presa, la sala, la sazona y la prepara con puré. Transcurren siglos hasta probar un bocado. El tiempo se descompuso, pero la noche termina cayendo, algo tarde.
La mañana. Quisiera estar luchando a la par suya, camarada, por apuntalar los párpados con lo que sea, pero acá la pelea es otra, aunque muy parecida: mezcladoras de cemento tratando de amurar cuerpos y petrificar miradas y cambios.
Hay un ojo, uno grande y sin un párpado que lo entorpezca o amenaze con cerrarlo. Su mirada está fija y resplandece.
...y las llaves de la Atlántida no abrieron ninguna puerta. Toadavía.
1 comentario:
Ouch. Termine de leer y lloré. Tal vez sea el sueño, tal vez llegó al centro de la mujer de mi cuadro, la del segundo plano.
Tal vez demasiadas cosas, como mis paisajes y las puertas cerradas a serrar. Tal vez porque vengo en una cadena de sensasiones y quebró un eslabon,,, muchas pequeñas cosas que indican que el ojo, temo, esta demasiado fijo y no sabe mirar.
Camarada, los peores cementos, definitivamente, son los que nos ponemos nosotros mismos o los que dejamos que nos pongan.
mejor intento empezar a trabajar... como con la musica de mi cabeza, que no se como ponerla en las cuerdas, no puedo plasmar en las letras todo lo que quiero. Igual sospecho que me entenderas.
besos.
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