martes, 1 de julio de 2008

Trasnoche

Adentro. Las raíces de árboles de años atascan algunas puertas. Y ya no se trata de cerrarlas a éstas o serrarlas a aquellas. ¿Cómo acabar con esa amenaza tan profundamente arraigada, enredada entre los cimientos y nervios del mismo, suelo sin que todo colapse? Hay que volar la puerta. Los barrotes pintorescos cumplen igual función que los toscos. Jaulas de cristales abductoras; nos quieren de huéspedes eternos, mientras el mundo camina, envejece o explota, ¿quién sabe?, acá dentro es todo tan acogedor. ¿Quién pensaría, entonces, abandonar voluntariamente el edén?
Afuera. La jefa de la jauría captura una presa, la sala, la sazona y la prepara con puré. Transcurren siglos hasta probar un bocado. El tiempo se descompuso, pero la noche termina cayendo, algo tarde.
La mañana. Quisiera estar luchando a la par suya, camarada, por apuntalar los párpados con lo que sea, pero acá la pelea es otra, aunque muy parecida: mezcladoras de cemento tratando de amurar cuerpos y petrificar miradas y cambios.

Hay un ojo, uno grande y sin un párpado que lo entorpezca o amenaze con cerrarlo. Su mirada está fija y resplandece.

...y las llaves de la Atlántida no abrieron ninguna puerta. Toadavía.

1 comentario:

Jimena Gale dijo...

Ouch. Termine de leer y lloré. Tal vez sea el sueño, tal vez llegó al centro de la mujer de mi cuadro, la del segundo plano.
Tal vez demasiadas cosas, como mis paisajes y las puertas cerradas a serrar. Tal vez porque vengo en una cadena de sensasiones y quebró un eslabon,,, muchas pequeñas cosas que indican que el ojo, temo, esta demasiado fijo y no sabe mirar.
Camarada, los peores cementos, definitivamente, son los que nos ponemos nosotros mismos o los que dejamos que nos pongan.
mejor intento empezar a trabajar... como con la musica de mi cabeza, que no se como ponerla en las cuerdas, no puedo plasmar en las letras todo lo que quiero. Igual sospecho que me entenderas.
besos.