domingo, 13 de julio de 2008

La Rocola de John Banister

En el centro de aquel recinto abovedado y abanonado, la máquina. De alguna manera sigue andando. Aguarda. El largo pasillo que conduce al exterior recibe los pasos asordinados por una vieja alfombra roja y roída, de aquel visitante intruso. Viene siguiendo los destellos de un neón ténue, de una botonera brillante y unos discos refractarios que giran en un spiedo eterno. Una de sus manos descansa en su bolsillo derecho; la izquierda sostiene un pucho inextinguible.
Todo es silencio, excepto por el roce de los pies con la alfombra y el zumbido de la máquina.
Antes de que todo terminara, la música sobraba. Había demasiada. Ahora todo es silencio... pero está la máquina.
El hombre busca a tientas en sus bolsillos alguna moneda perdida de otros tiempos. El dinero perdió su valor cuando todo se desmoronó. Es increíble que una bomba conceptual pueda ser tanto más destructiva que las otras. El billete se convirtió en un pedazo de papel sin gracia. Es irrisorio; ver algunas almas desesperadas recogiéndolos de las calles y guardándolos, con la esperanza de que en algún momento recobren su valor de cambio.
Las monedas, en cambio, aún guardan algo de utilidad práctica.
El hombre halla una de un peso en su bolsillo de atrás. Es la última que le queda. Quizás jamás vuelva a tener otra en su poder. ¿Quién se atrevería a negar ahora lo hermoso de la música, ahora que más que nunca en toda la historia, su efimericidad es absoluta? La Rocola aguarda impacible. El hombre inserta la moneda y recorre los catálogos con los botones. Encuentra un disco de Sonny Rollins y elige "Decision". Sabe que nunca más va a volver a escuchar ese tema. Cada textura, armonía, cada nota tiene sabor, tiene color, tiene aroma además de sonido; pleno.
Se apoya contra la rocola, afloja los pies y se deja caer hasta sentarse. Cierra los ojos mientras llora y sonríe; mientras oye.

2 comentarios:

Jimena Gale dijo...

GUAU! Una nueva sublime pintura con letras. Imaginé toda la escena, pero sentí angustia de pensarla cierta... que alguna vez pudiera haber una ultima canción. Por suerte creo que eso no puede pasar. Que siempre va a haber alguien con música en su cabeza, y aunque empiece de nuevo con palitos contra los tachos... la música va a volver a salir. Siempre habrá alguien que escuche los tambores en su pecho.
Eso ya es suficiente, ademas, para que bailemos con las sombras. Cuando quieras.

m. dijo...

Nací dentro de La Música, como vos, sin saberlo.

Hoy no lo sé.

Crecí dentro de La Música, como vos, sin saberlo.

Hoy no lo sé.

Aullé, me mezclé, bostecé y jugué dentro de La Música, como vos, sin saberlo.

Hoy no lo sé.

Etcétera también dentro, se comprende, etcétera también dentro.

Enarbolo un capicúa.

Las cortinas se orean al sol y quieren óreos, dame de comer. La rosca es el movimiento circular finito cuando quitamos el tapón de la bañera y nos traga los pelos caídos, los jugos, los patitos.

Cuando se atasca hace un poco de frío nomás, cuando se atasca vuelve el sol y estamos desnudos frente a él o a Él y nos reímos.

La naturaleza se va a mostrar intensa en tanto que se oreen las cortinas y punce el atascamiento de las roscas. No hay un fondo, hay un parqué, un porqué, un parquet.

Los paquetitos me guardan, las cajitas me enmoñan. Los monos, en cambio, se pintan de satélites que no me tocan.

y me dieron ganas de hacer pis, che, suerte

no os preocupéis por el tono de ... profeta?